lunes, 25 de mayo de 2009

El viento baila y el acero se estremece



Agarra fuertemente mi empuñadura y me guarda aún estando yo ensangrentado. Es pos de reflexión me dice unas palabras de agradecimiento por prestarle mi poder. Me ata nuevamente a su cintura y sigue su camino entre la pradera.

Shin corría por toda la región sur, tratando de evitar otro encuentro con sus perseguidores. De repente paraba y dejaba que el leve movimiento de su larga cabellera le indicara en que dirección corría el viento, hacía una media sonrisa y seguía por su senda. Andaba con tanto empeño y agilidad que daba la impresión que era otra ráfaga afilado que azotaba los matorrales.

A veces decidía descansar, se sentaba cruzado de piernas y empezaba a sacar unos que otros alimentos de su pequeño bolso de viaje. Mientras acomodaba todos los comestibles me desenvainaba cuidadosamente para limpiar las pruebas de su acto de defensa.

Ya es el amanecer y Shin frena como el rayo que es, impredecible. No hace falta mirar a su alrededor ni profundizar su visión entre los árboles, Shin sabe por unos instantes en dónde se encuentra el enemigo. Dicen que es como el viento, rápido, imperceptible, intocable y deseoso del dolor. Pero Shin no se deja intimidar del todo por el desconocimiento de su rival y con mano segura me invoca. Me coloca frente a él y su rostro se ve en el mío. Gana seguridad al saber que seguimos siendo uno sólo y termina su rito con solemnes palabras de amenaza para su furtivo indagador.

Esta es la parte que más degusto de ser lo que soy, servir de arma defensiva. Sólo un inconveniente lo separa de su imposible victoria, y es su buen corazón que le impide quitar vidas, ese dogma suyo va en contra del mío. Yo me sobresalto al momento del combate, tiemblo de la excitación y mis ansias de cortar se desbordan. Es mi naturaleza lo que me vuelve incompatible con Shin, tengo forma para matar. Necesito mucho, sólo que él sea fuerte y que me tema; si no me teme entonces no me respeta como arma. Su ahora endeble muñeca se desmorona ante el atacante. Comienzo a gritarle a Shin con ruidos metálicos producto de su desarmonía mental que hace que yo mismo empiece a imitar su palpitar. Por mis inútiles esfuerzos lo único que deseo comunicarle es que deje de sudar, que por nada del mundo me suelte, que deje de temblar, que se estabilice, que abra los ojos y que se mueva, porque una espada ha atravesado su pecho.

4 comentarios:

Unknown dijo...

A veces me preguntaba de cómo Shin podía correr tan rápido y portando encima tanta vestimenta...
Me preguntaba CÓMO... Tan rápido PORTANDO...
Qué es presura?

"me desenvainaba" suena feo :S tengo la mente corrompida... Mejor callo u_u me gustó más tu texto anterior ^^

JM.CabreraKožíšek dijo...

Afortunadamente, no todos estamos de acuerdo con Ned1986. "Dicen que cuando una katana es desenvainada sin propósito, tiene derecho a reclamar una vida".

No soy de comentar con pelos ni detalles, ni de decir más que "me gustó". Es magnífico.

Psicolocopatico dijo...

Debo llevar mi comentario a un punto intermedio entre los dos anteriores. Puedes mejorar esa primera parte pero en general es un texto muy bueno.

david dijo...

Es un lindo texto, el objeto realmente cobra vida. Ahora bien, hay cambios bruscos en la instancia de la enunciación: los tiempos de la enunciación no se manejan con concordancia, basta ver como se narra en el primer párrafo en comparación con la forma en que se narra en el segundo. Eso arruina la belleza del texto, sería un excelente texto si se corrige aquello.