lunes, 8 de junio de 2009

Preludio al engaño


Una mañana se despertó Jorge de un profundo y apasionado sueño. Cuando se abrió paso para levantarse, no de las sábanas que lo enredaban, sino de todas las mujeres que tenía encima de él.


Jorge nunca había amado a nadie de verdad. Puros sentimientos vagos hacia los demás recorrían su hueco corazón.


Solo, mientras caminaba luego de haber asaltado el banco con éxito, su mirada se clavó en una mujer que traía consigo la carnada perfecta para la pasión.


Jorge tenía que agregarla a la lista de mujeres que sucumbían ante él. A Jorge le molestó en un principio que ella no lo tomara en cuenta, (y eso que Jorge era muy atrayente) ni si quiera lo miró. No le quedó más que volver la mirada para contemplar como ese largo cabello negro como el misterio se meneaba de un lado para el otro, ni que decir de sus caderas que parecían bailar, como riéndose de la tan bien lograda ofensa.


Ninguna mujer se podía resistir a hacerle unos ojitos o toparse intencionalmente con él en el supermercado para coquetearle. El final de cada cita era el mismo de siempre; despertando al lado de una bella mujer, a veces con su hermana y a veces de la madre de ambas, todas al mismo tiempo claro está.


Jorge debía de cruzar palabras con la reservada mujer, al menos un saludo bastaba para así entablar una conversación y seducirla. Muchos eran los planes que tenía para ella, esto lo llevó a sacar de la manga las mejores tretas que guardaba para hacerla caer en su juego, en el juego de todos, el amor. Dotado de un intelecto superior al de cualquier persona en su pequeña ciudad, tenía de su lado un arma peligrosa para usar, su facilidad para hurtar y engañar lo equiparaba al arte innato de la seducción femenina.


Fue en poco tiempo y con la ayuda del Internet lo que logró hallarla. Se llama Dulce María, tiene 23 años, es soltera, católica, graduada en la escuela de leyes, le gusta el cheesecake de chocolate y nadar en la piscina. Al menos eso era lo que decía en su perfil en una de esas redes sociales. Luego que Jorge chequeara todos los álbumes de fotos de su presa, llegó a constatar que ella degustaba mucho de caminar por todo el malecón, esas incesantes caminatas explican el prodigioso volumen de sus piernas.


Ya había conseguido toda lo que necesitaba para echar a andar su plan, sólo le quedó lanzar una carcajada satisfactoria al aire como compensación a su descubrimiento, que fue callada pocos segundos después por un grito de su madre que tomaba represalia por el escándalo que hacía su hijo.


Llegado el fin de semana agarra su chaqueta y gafas oscuras ¡Oh! Y claro, sus amigos inseparables, un par de preservativos. Ya estaba listo, rumbo al malecón para toparse con la tan afamada mujer.


- Ahí te caigo Dulce, ahí te caigo - dijo Jorge mientras hacía fricción con sus palmas.


Jorge baja de su auto y empieza a recorrer el malecón sin ninguna prisa. Hasta que llega a lo que para él le pareció un lugar propicio para esperarla.


Pasaban las horas y empezaba a oscurecer, las parejas se iban acumulando frente al barandal que daba una galante vista del río. La única personita que tenía Jorge a su lado para disfrutar de los corazones en el aire que revoloteaban como insectos molestos era un pequeño niño, de unos siete años de edad.


Jorge comienza a desampararse, hasta que escucha el caminar de unos tacones en la lejanía, coloca su mano sobre la frente y afina la vista para enfocar la mirada en Dulce María, que llevaba un escote muy revelador. En ese instante todos los hombres que estaban con sus chicas repartieron su visión; un ojo dedicado a su pareja y el otro ojo se deslizaba lentamente hacia la atractiva mujer de escote rojo.




Entre toda la conmoción Jorge agarra al niño que tenía al lado y de un tirón lo eleva lanzándolo al río. ¡Niño al agua! – gritaba Jorge. Y todas las personas de ese lado del malecón entraron en pánico. Como todo un macho, Jorge arrancó las ropas que traía encima para quedarse únicamente en boxer. Trepa el barandal y logra ponerse en total equilibrio sobre sus piernas, adopta una postura de clavadista y se lanza con todo en un genial trampolín. Un clavado perfecto. Toda la masa aplaudió el acto de valentía, incluyendo a la dama de rojo. Jorge era como delfín en agua; nadaba con braseadas poderosas que lo hacían sumergir y salir del agua, tal cual lo haría un delfín. Bucea como dos minutos hasta que resurge con el niño paliducho. Lo lleva hacia la orilla y le da respiración boca a boca en intervalos haciendo presión en su pecho. ¡Vive maldito niño, vive! – gritaba Jorge mientras desesperadamente lo socorría. Los espectadores se mordían las uñas. Al cabo de unos instantes el niño escupe una gran cantidad de agua y finalmente resucita. La multitud lo celebra con más aplausos, muchas son las chicas que desean abrazarlo pero Jorge se abre paso hasta llegar hacia la mujer deseada.


De una copa en otra la noche tomaba forma. Palabra tras palabra y tema tras tema los adentraba en una atmósfera de mayor confianza, Jorge estaba por preguntarle si quería terminar la noche en su casa, cuando ella se adelantó diciendo: -¿Qué tal si vamos a tu lugar? Jorge sonríe y le dice que sí.


El recuerdo de esa noche fue fabuloso. Quitarle la ropa y apreciar el verdadero tono de piel en esas zonas a las que el sol no tenía acceso a tocar, ahora mismo el sol debe de estar muerto de la envidia.


- ¿Cómo quieres empezar? – dijo ella.


- Yo sé cómo. No hagas nada, déjamelo todo a mí.



Dulce asienta con la cabeza. Todo en el preludio fue un paseo por el parque para Jorge; besaba zonas ya conocidas: cuello, ombligo, axilas, senos y orejas.
Ahora entra en el verdadero combate, el frente de batalla. Era como una rutina de ejercicios para él, cosa de todos los días; acuéstate, date la vuelta, agáchate, salta, date otra vuelta, en fin. Y el estallido concluyente que da el último toque de la jornada.


*********


Otra mañana triunfante, pero ninguna mujer a mi lado. Tal vez mi mamá me ahorró la expulsión echándola ella misma a la calle. Se interrumpe mi entresueño al oír sirenas de policías, las oigo por todos lados, están afuera, entran en la casa y me agarran infraganti con una sábana recubriendo mis vergüenzas. Entran cuatro policías a mi habitación apuntándome con sus revólveres, me dicen que me calle.


- Diez cuatro, diez cuatro, atención central, atención, tenemos al ladrón de bancos en proceso de arresto en su domicilio, la dirección es… - decía el policía por su radio.


- Chuta… hasta que me cogieron. – pensó Jorge.


Fatal desenlace tuve, pero yo soy la víctima de este juego, donde te sirven el pecado en bandeja de plata y ni sospechaba que era una soplona que trabaja para la policía, eso no se hace, eso es trampa, no se debe jugar con ese tipo de cosas. De ahora en adelante solo amaré y confiaré a una sola mujer, mi madre.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Debes cuidar los tiempos verbales ya que en algunas partes vas del presente histórico al pretérito. Por otro lado, es un poco forzado el final aunque fue un buen recurso para no dejar de lado la historia del banco. Necesitarías -creo- revisarlo y dejar ciertas cosas afuera.

La Chica del arete rosa dijo...

Tengo problemas con la segunda oracion...normalmente despues de un Cuando hay una accion alterna> Cuando me levante, ya no estabas ahi...pero no tienes ninguna accion alterna en esa oracion. Bueno, fuera de eso, lo de siempre: tiempos verbales, o es pasado o es presente! Sobre el final...no puedes cambiar de narrador tan como si nada. Mitigalo un poco, pon un "pensó" por ahi . Fuera de eso, este es tu esilo....humor puro

Carol Arosemena dijo...

Me encanta tu estilo como siempre me he reído, la historia es muy buena, lo del asaltante de banco no me convenció mucho al principio no entendía para que servía ese parrafo y como que al final marea un poco. Se me ocurrió que podría ser que esta chica sea menor de edad algo así o algún tipo de venganza de parte de alguien, el tipo después de todo se lo merece medítalo es solo una sugerencia.
De ahií solo cuidadín con tu narrador.

Unknown dijo...

En el primer párrafo creo que esta incorrecto el cuando. No entiendo a cuenta de qué cambias el narrador de repente. Pero este narrador está más definido que los de tus relatos anteriores. Me recuerda a ti.
Lo del tipo lanzando al niño al río es medio !!!! (no encuentro la palabra) pero creo que sí resulta. En el parrafo del niño al agua repites la palabra delfín y la misma idea. Al lector le queda rondando en la cabeza el personaje caminando tranquilo por el mundo después de aslatar el banco y eso no no deja que fluya la historia. Eso parece forzado. El personaje podría ser un estafador o alguien que se sabe como robarse la claves de los bancos o algo así. Algo que vaya de acuerdo con el personaje que es muy inteligente.
Me encanta lo del sol muriéndo se de envidia, y lo de los hombres que reparten su mirada. Me gustó mucho.

david dijo...

Se que hay un tono caricaturesco pero el cuento no es en sí mismo un texto de caricatura (todo texto de caricatura tiene tono caricaturesco pero no todo texto con tono caricaturesco es de caricatura), según me parece. Ahora bien, si es así resulta inverósimil que tira al agua al niño y que este no diga nada, que le diga maldito niño cuando pretende quedar bien, que siendo tan brillante sea un simple ladrón de banco (aunque esto último sería verosímil con más justificación). De ahí me gusto lo cómico.