Llena de infancia avanza la oruga orgullosa.
Ignorando su pintado destino en gemas
ondulando su acordeón diminuto,
sobre la esmeralda hoja.
Se mece y aguarda.
Se arrulla en sus redes
de vientre redondo,
y en angelical ropaje
se siente el latir del milagro
que descansa de noche.
Gorda y tardía ansiedad al evolucionar.
De su nido, la semilla por la dicha nacerá.
El paso del tiempo suma belleza a la edad,
y una mañana preciosas alas pintadas para volar.
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